jueves, 14 de mayo de 2009

El conductor del microbús del equipo de voleiball: <>


Se llama Federico Ferreiro, y confiesa que en su larga trayectoria al volante solamente contabiliza dos multas, una por el uso de un teléfono móvil mientras conducía y, la otra, por saltarse un stop. El pasado domingo guiaba el microbús de la empresa lucense Autocares Bernardo, que transportaba a casa al cuadro femenino del equipo de voleibol Emevé Laboratorios Nupel de Lugo. El club regresaba de las Palmas de Gran Canaria, donde había obtenido un merecido segundo puesto en el XXXII Campeonato de España Juvenil.

En las inmediaciones del aeropuerto de Lavacolla, a mediodía, el autocar se adentró en la rotonda para tomar rumbo a la ciudad amurallada y se salió de la vía. Tres niñas salieron despedidas por la ventana, al no llevar puesto el cinturón de seguridad. Aída Cela, de 17 años, pereció casi al instante. Su padre, que ejercía de tutor e iba en el autobús, solamente pudo abrazarla tendida en el suelo. Iris Arias, que ese fatídico día cumplía 17, perdía la vida horas después en el Hospital Clínico Universitario de Santiago.
«Me da igual ir a la cárcel o que me peguen tres tiros»
Tráfico sugiere que la velocidad pudo rebasar la autorizada en este tramo (más del doble, porque la limitación es de cuarenta) y también estudia, como causa final del siniestro, una «distracción del conductor», dado que el vehículo chocó contra un muro de contención antes de volcar. La fecha estimada para los resultados definitivos de las pruebas aclaratorias, gestionadas en el marco de la investigación abierta, es la semana próxima.
«Toda la culpa la tengo yo. Me da igual ir a la cárcel o que me peguen tres tiros. Me gustaría estar en el lugar de esas niñas y haber muerto", declaró el piloto en una entrevista concedida al diario local «El Progreso». Añade que los padres de las dos víctimas mortales no le reprochan nada, y que incluso el padre de Aida Cela lo abrazó en el tanatario y le comentó que es "algo que le puede pasar a cualquiera". Aseguró que la velocidad máxima del minibús es de 98 kilómetros, y que a partir de ese metraje se corta por motivos de seguridad.
Coté Bouza, portavoz de este círculo deportivo, mostró su consternación y apuntó que al frente de la expedición iba su hermana Ana, que se encuentra «totalmente afectada». El alcalde lucense, José Clemente López Orozco, lamentó «esta desgracia enorme».
Se llama Federico Ferreiro, y confiesa que en su larga trayectoria al volante solamente contabiliza dos multas, una por el uso de un teléfono móvil mientras conducía y, la otra, por saltarse un stop. El pasado domingo guiaba el microbús de la empresa lucense Autocares Bernardo, que transportaba a casa al cuadro femenino del equipo de voleibol Emevé Laboratorios Nupel de Lugo. El club regresaba de las Palmas de Gran Canaria, donde había obtenido un merecido segundo puesto en el XXXII Campeonato de España Juvenil.

En las inmediaciones del aeropuerto de Lavacolla, a mediodía, el autocar se adentró en la rotonda para tomar rumbo a la ciudad amurallada y se salió de la vía. Tres niñas salieron despedidas por la ventana, al no llevar puesto el cinturón de seguridad. Aída Cela, de 17 años, pereció casi al instante. Su padre, que ejercía de tutor e iba en el autobús, solamente pudo abrazarla tendida en el suelo. Iris Arias, que ese fatídico día cumplía 17, perdía la vida horas después en el Hospital Clínico Universitario de Santiago.
«Me da igual ir a la cárcel o que me peguen tres tiros»
Tráfico sugiere que la velocidad pudo rebasar la autorizada en este tramo (más del doble, porque la limitación es de cuarenta) y también estudia, como causa final del siniestro, una «distracción del conductor», dado que el vehículo chocó contra un muro de contención antes de volcar. La fecha estimada para los resultados definitivos de las pruebas aclaratorias, gestionadas en el marco de la investigación abierta, es la semana próxima.
«Toda la culpa la tengo yo. Me da igual ir a la cárcel o que me peguen tres tiros. Me gustaría estar en el lugar de esas niñas y haber muerto", declaró el piloto en una entrevista concedida al diario local «El Progreso». Añade que los padres de las dos víctimas mortales no le reprochan nada, y que incluso el padre de Aida Cela lo abrazó en el tanatario y le comentó que es "algo que le puede pasar a cualquiera". Aseguró que la velocidad máxima del minibús es de 98 kilómetros, y que a partir de ese metraje se corta por motivos de seguridad.
Coté Bouza, portavoz de este círculo deportivo, mostró su consternación y apuntó que al frente de la expedición iba su hermana Ana, que se encuentra «totalmente afectada». El alcalde lucense, José Clemente López Orozco, lamentó «esta desgracia enorme».

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